La educación superior enfrenta dos desafíos importantes: programas subcontratados que retrasan la graduación y resistencia infraestructural a programas innovadores y multidisciplinarios. Ambos problemas radican, en gran parte, en la cultura tradicional y en la «propiedad» incontrolada del plan de estudios por parte de los profesores.
La influencia de los profesores puede ser una salvaguardia importante para la libertad y la calidad académica, pero también puede tener consecuencias no deseadas. La falta de controles y equilibrios institucionales para garantizar la eficiencia, junto con la falta de incentivos intrínsecos para ajustar los programas o colaborar entre disciplinas, ha creado barreras al éxito de los estudiantes y ha sofocado la innovación en la educación universitaria.
Plan de estudios existente
Una de las principales causas de la interrupción de los cursos es la fuerte pero defectuosa propiedad que los profesores tienen sobre sus programas y cursos. Los profesores son los principales arquitectos del plan de estudios dentro de sus departamentos, y lo construyen en función de sus intereses académicos, experiencia, prioridades y, a veces, ideas caprichosas e inesperadas sobre la intención educativa. Este control también puede conducir a una combinación de requisitos de cursos que pueden no satisfacer las necesidades educativas más amplias de los estudiantes.
A medida que los profesores desarrollan nuevos cursos o modifican los existentes, no es raro que los departamentos agreguen requisitos adicionales a los programas de grado. Pueden agregar cursos que reflejen los intereses de investigación específicos de los profesores o sus perspectivas sobre hacia dónde se dirige la industria, lo que lleva a ofertas optativas que, si bien son valiosas, en última instancia exigen un programa de grado. Con el tiempo, estas adiciones pueden resultar en un plan de estudios difícil de manejar para los estudiantes, lo que les obliga a tomar más créditos de los previstos originalmente o a saltarse semestres adicionales para cumplir con los requisitos de graduación.
Esta dinámica exacerba el problema del retraso en las tasas de graduación, especialmente considerando que no existen incentivos institucionales para aumentar la eficiencia. Los requisitos de grado extendido permiten a los estudiantes intentar asistir a los cursos requeridos debido a disponibilidad limitada, conflictos de programación o problemas de programación. El resultado es que muchos estudiantes, a pesar de su objetivo inicial de graduarse en cuatro años, terminan extendiendo su tiempo en la universidad, un resultado que aumenta su carga financiera y retrasa su entrada a la fuerza laboral.
El impacto de las estructuras internas en los programas interdisciplinarios
Las mismas estructuras que contribuyen al fracaso también sofocan el desarrollo de programas interdisciplinarios. En teoría, la educación interdisciplinaria es una forma ideal de preparar a los estudiantes para los complejos desafíos que enfrentarán en la fuerza laboral moderna. Sin embargo, en la práctica, las estructuras docentes y departamentales a menudo se resisten a la creación de programas de grado interdisciplinarios.
Los departamentos funcionan como silos dentro de la institución más grande, cada uno con su propio profesorado, presupuesto y prioridades. Los miembros del cuerpo docente, que han invertido años de trabajo en su disciplina particular, pueden encontrar pocos incentivos para colaborar entre departamentos. Los programas interdisciplinarios a menudo requieren negociar la propiedad de los cursos, decidir qué departamento es el «dueño» del programa y determinar cómo se asignarán los recursos (como el tiempo de los profesores y la financiación). Estas luchas políticas internas pueden retrasar o impedir la creación de programas nuevos e innovadores que combinen disciplinas de manera significativa. Simplemente se convierte en más problema de lo que vale.
Sin incentivos claros para el trabajo interdisciplinario, ¿por qué los profesores apoyarían o participarían en el desarrollo de nuevos programas? Esto también se aplica a la simplificación de cursos: los profesores no son evaluados en función de la eficacia con la que los estudiantes completan sus clases, por lo que hay poca motivación para eliminar cursos innecesarios o redundantes. En este entorno, la innovación interdisciplinaria a menudo se considera una carga más que una oportunidad para la colaboración creativa.
Fomento de la gestión y la innovación interdisciplinaria
Reconstruir el currículo no es una tarea imposible. La transformación está ocurriendo. Necesitamos abordar las barreras y repensar cómo se alienta y se mide a los profesores en el desarrollo y optimización del currículo para que este trabajo se convierta en la norma, no en la escasez que es hoy. En lugar de considerar el trabajo regular y la colaboración interdisciplinaria como opcionales o secundarios a las responsabilidades principales de un miembro de la facultad, las universidades deberían capacitar activamente a los profesores en el desarrollo de cursos, incorporarlo a sus responsabilidades y recompensarlos por sus contribuciones.
Para este fin, las instituciones deben incluir el diseño y la eficacia curricular como un factor en la evaluación y el desarrollo del profesorado. Si los profesores son reconocidos y recompensados por crear programas que permiten a los estudiantes graduarse en cuatro años (o menos), o por reducir requisitos de cursos innecesarios, es más probable que participen. De esta manera, las universidades pueden establecer criterios claros para la cooperación interdisciplinaria, proporcionar programas o compensar a las facultades que participan en la creación de programas interdisciplinarios.
Otra posible solución es repensar las estructuras departamentales rígidas que contribuyen a la naturaleza naturalista de las disciplinas académicas. En lugar de organizar las facultades únicamente por escuela, facultad o departamento, las universidades podrían considerar la creación de espacios conjuntos o «núcleos» interdisciplinarios donde colaboren profesores de diferentes campos. Existe un antiguo concepto de psicología social llamado cercanía, que sugiere que la cooperación puede ocurrir con personas cercanas entre sí. Si se aplica para aumentar la colaboración de los profesores, una solución sencilla es que los profesores se ubiquen juntos o compartan espacio de oficina. Por simple que parezca, cualquiera que haya trabajado en la educación superior sabe que la mayoría de las fronteras internacionales son más válidas que los espacios de oficinas de los profesores.
La práctica histórica de la influencia del profesorado sobre el currículo es a la vez una fortaleza y un desafío para la educación superior. Si bien garantiza la libertad y la calidad académica, también puede contribuir en gran medida a la fragmentación del plan de estudios y la resistencia a la innovación interdisciplinaria, que es esencial para el éxito de los estudiantes. Para servir verdaderamente a los estudiantes, las universidades deben repensar el papel del profesorado y crear estructuras que fomenten la innovación, la colaboración y la eficiencia.