Hoy en día, almacenar grandes cantidades de datos es un gran desafío en el mundo de TI moderno. El crecimiento de los datos, impulsado por redes generalizadas de servicios en la nube y aplicaciones empresariales, parece estar algo fuera de control. Si bien contamos con herramientas como lagos y almacenes de datos para gestionar esta experiencia, la realidad es que vivimos en un mundo relámpago de datos.
La minería de datos es un problema real y cada vez es mayor. Con los modelos de lenguaje a gran escala (LLM, por sus siglas en inglés) como los que impulsan la inteligencia artificial, la situación puede ser aún mayor. Cada vez se recopilan más datos debido a vídeos, juegos en línea y estrictas reglas de datos. Este es un problema para los centros comerciales. Requieren mucho espacio y energía, y a la gente le preocupa no tenerlos con todos los datos adicionales.
Cohesity, un proveedor de protección y recuperación de datos, sugiere que puede ser el momento de una «dieta de datos». La Oficina Internacional de Pesas y Medidas incluso propone nuevas unidades para los datos: ronnabytes y quettabytes, cada una con una cantidad astronómica de ceros. Para poner esto en perspectiva, almacenar un quettabyte en un teléfono inteligente requeriría que los dispositivos se extendieran 93 millones de millas, aproximadamente la distancia entre la Tierra y el sol. Esta explosión de datos es el resultado del crecimiento de los volúmenes de datos globales de menos de dos zettabytes en 2010 a casi 104 zettabytes en 2022.
Mark Molyneux, CTO para EMEA en Cohesity, sugiere una dieta de datos como palabra de moda para que las empresas reconsideren cómo manejan los datos. Sugiere utilizar nuevas formas de separar datos importantes de elementos menos importantes, utilizando técnicas de inteligencia artificial. Esto ayuda a las organizaciones a gestionar mejor los datos, para que no tengan que tomar medidas drásticas cuando algo sale mal con los datos.
El aumento de los datos, aunque todavía no tiene un impacto significativo en el medio ambiente, ha provocado un aumento significativo de los centros de datos. Sin embargo, el consumo de energía se ha mantenido relativamente estable gracias a las ganancias en eficiencia y al auge de los modernos centros de datos a hiperescala. Cohesity advierte que los centros de datos pueden producir 496 millones de toneladas de dióxido de carbono en 2030, lo que supera las emisiones totales de Francia en 2021.